lunes, 17 de diciembre de 2007

El amor que nunca muere
El corazón despierto, la bodhichitta, emerge cuando liberamos la tensión entre esto y aquello, la lucha entre nosotros y ellos. A nivel relativo, sentimos nuestro noble corazón como parentesco y conexión con todos los seres. A nivel absoluto, lo experimentamos como espacio abierto o ausencia de lugar en que apoyarnos.
La bodhichitta despierta la ternura, por eso no podemos usarla para tomar distancia. Tampoco podemos reducirla a una abstracción sobre la vacuidad esencial del dolor; no podemos evadirnos diciendo: «No está ocurriendo nada y no hay nada que hacer»
Lo relativo y lo absoluto trabajan en conjunto para conectarnos con el amor ilimitado. Compasión y Shunyata (vacío) son las cualidades del amor que no morirá.


El poeta Rumi escribe sobre los viajeros nocturnos que buscan la oscuridad en lugar de huir de ella, que buscan la compañía de personas dispuestas a conocer sus propios miedos. Los viajeros de la noche descubren la luz de la bodichitta en los pequeños miedos de una entrevista de trabajo o en los terrores ingobernables impuestos por la guerra, los prejuicios y el odio; en la soledad de la viuda, en la ternura de la pena misma o en el horror de los niños avergonzados o que han sufrido abusos.
Accedemos a ella en los momentos que apreciamos las cosas, cuando percibimos el cielo azul o
nos detenemos a escuchar la lluvia ... Esta disponible en la música en la danza en el arte, en la poesía. Cuando dejamos de apegarnos a nosotros mismos y miramos el mundo que nos rodea, cuando conectamos con el dolor o con la alegría, cuando abandonamos el resentimiento y la queja.

En el proceso de descubrir la bodhichitta, en vez de trascender el sufrimiento de todas las criaturas, nos dirigimos hacia la turbulencia y la duda. Saltamos dentro de ella, nos deslizamos en ellas, entramos en ellas de puntillas. Exploramos la realidad, lo impredecible de la inseguridad y e dolor, y tratamos de no quitárnoslo de encima. Aunque nos lleve años, aunque nos lleve vidas enteras, dejamos las cosas ser lo que son. Vamos bajando cada vez más, a nuestro propio paso, sin apresurarnos ni ser agresivos. Millones de personas avanzan con nosotros, son nuestros compañeros en el despertar que deja atrás el miedo. En el fondo mismo descubrimos agua, el agua curativa de bodhichitta. Allí abajo, en lo más denso de las cosas, descubrimos el amor que nunca muere.
Pema Chödrön