viernes, 29 de agosto de 2008

Eros y Tánatos, la muerte del ego y la serpiente que te susurra al oido.

...En el Tantra sexual se trabaja con la entrega en el acto más mundano, que es hacer el amor físico con otro ser humano. Exige no sólo la entrega con el cuerpo (el feudo del ego), también es necesario abrir el corazón y arriesgarse al sentimiento. Ahí comienzan a salir los demonios, tanto en el hombre como en la mujer. Los miedos, el abandono, la lucha, el control, la agresividad. Hay que entregarse, no vale solo con nuestros deseos e impulsos más o menos instintivos, automáticos, con nuestras proyecciones mentales. Hay que ir al corazón. De eso se trata. Por eso el Tantra es un trabajo completo. Trabajamos las energías, la mente, las emociones, el ego, y añadimos además la sexualidad del cuerpo: una dulce bomba.
Pero no hay que tener miedo de los demonios. No hay que huir. Benditos demonios. Son nuestras mentiras, nuestros infiernos creados, que dejamos salir y lo más suavemente posible, despedimos, para no verlos más. El premio: la verdad. La verdad del Espíritu que somos…

…Con las condiciones adecuadas es posible convocar la fusión de las almas y los cuerpos mediante el acto amoroso, sintiendo no sólo las sensaciones físicas y psíquicas propias sino también las desplegadas por la pareja en un intercambio recíproco de goce y energía.
Todo no manifestado, se manifiesta a sí mismo creando el universo a través de la danza de lo masculino y lo femenino, Shiva y Shakti.
La demarcación habitual entre tu y yo parece desvanecerse. Entonces comprendemos súbitamente que nuestra conciencia es completamente independiente de nuestro cuerpo. Las dos conciencias se entremezclan y terminan fundiéndose desafiando las fronteras físicas que normalmente consideramos inamovibles.
La fusión con el otro es uno de los vehículos más “fáciles” para trascender nuestra conciencia y sobrepasar las lindes de nuestro cuerpo, haciendo desaparecer las fronteras individuales…

…Bataille menciona que, en las religiones de sacrificio, los participantes se confundían uno con el otro en el curso de la consumación, y ambos se perdían en la continuidad establecida por ese acto de destrucción.

Jaime Sabines dice: “[...] Alguien me habló al oído despacio lentamente, me dijo: vive, vive, vive, era la muerte”.

Heidegger: a) ser un muerto viviente ó b) vivir la muerte para caer en la cuenta de que somos únicamente en las cosas que revelan nuestra existencia, son esos encuentros con nuestro deseo, lo que nos hacen sentir que estamos vivos…

…Para matar al ego hay que suicidarse, tirarse al vacío. Hay que confiar que, morirás para nacer de nuevo. Muerte y renacimiento. Destrucción y creación. Eros y Tánatos. Eros, una pulsión sexual tendente a la preservación de la vida, y Tánatos, la pulsión de muerte…

…De ahí, la fascinación y el miedo. La fascinación es el conocer la experiencia misteriosa a través de la que todo el mundo tiene que pasar, a través de la cual han pasado muchas veces, pero que se ha atravesado inconscientemente. Y el miedo es que quizás la muerte sea sólo el final y no haya otro comienzo…

…Te resistes, no quieres separarte; no estás dispuesto, no estás en un estado de «dejarte ir». En lugar de resistencia hay un tremendo querer, un deseo, una apasionada acogida. Lo quieres, lo deseas desde las profundidades más hondas de tu corazón…

…Sencillamente “desaparecer”. Ponerse en manos del Espíritu, dejar de interferir en el mundo y en las cosas con nuestros juicios, nuestras interpretaciones y nuestros planes y deseos, y sencillamente vivir esa frase de “Hágase tu Voluntad” (y no la mía). Es abrirse al corazón, que es unión, aceptación y dejar de oponer resistencia, dejar de buscar salvaciones alternativas…


Para la entrega a nivel físico se necesita un objeto a quien inmolarse y, ¿cual más adecuado que aquel que te completa en tu totalidad, aquel que representa toda tu sombra y que activa tus zonas más oscuras? Unidos te convertirá en puro “Ser”, sin límites.
Pero tal “partenaire” troca el suicidio en algo aún más complejo. ¿Cómo abandonarte en brazos de aquello que representa todo lo que no puedes aceptar? ¿Cómo acatar el “Hágase tu voluntad” frente a tal verdugo?
El miedo se hace dueño del sometimiento, de la ofrenda, de la consagración. La lucha usurpa el puesto a la abnegación, balanceando tu ser entre el deseo y el rechazo, el sentimiento y la razón, entre el ego y el espíritu. Permaneciendo en el anhelo intuido de acceder a la existencia suprema del desaparecer.
Aquella serpiente del Paraíso que susurraba al oido de Eva que mordiera el fruto prohibido (vive, vive), es la misma Kundalini que asciende durante tu agonía hacia el despertar hasta que finalmente, eres capaz de fenecer.


Uno de los símbolos más característicos de los Yidams tántricos es el cuchillo curvo con el que se degolla el ego y…
“Me soñé que era un cerdo totalmente entregado, rendido, esclavo de su inapelable muerte a voluntad de su tenebroso degollador”.


Mi Principe de las tinieblas, ¿ahora que he descubierto tu identidad vas a desvanecerte en mi realidad?
L.F.

miércoles, 13 de agosto de 2008


Estudiar la vía del Buda es estudiar el ego;
Estudiar el ego es trascenderlo.
Trascender el ego es verse iluminado por todas las cosas.
Ser iluminado por todas las cosas es eliminar las barreras entre el ego y los demás.

Si realmente deseas vivir has de estar dispuesto a morir. ¿Quién en ti teme a la muerte? ¿Teme la vida a la muerte? No es posible. ¿Cómo puede la vida sentirse asustada por su proceso integral? En ti hay algo más que está asustado. El ego es el que teme en ti. La vida y la muerte no son opuestos. El ego y la muerte sí son opuestos. La vida y la muerte no son opuestos. El ego y la vida sí son opuestos. El ego está en contra de los dos, de la vida y de la muerte. El ego teme el vivir y el ego teme el morir. Teme vivir porque a cada paso, al esforzarse en pos de la vida, hace que la muerte se acerque. Si vives, te estás acercando a la muerte. El ego teme morir, de ahí que también tema vivir. El ego simplemente mal vive. Hay mucha gente que ni está viva, ni está muerta. Esto es lo peor. Un hombre que está vivo plenamente también está lleno de muerte.
Osho


Cuando empiezas a percibir y a comprender que tu identidad sólo es pura fantasía de tu mente, es cuando inicia la verdadera anda-dura. ¿Como poder trascenderte a ti mismo? Me observo y me veo, o mas bien le veo. Contemplo a ese ilusorio personaje que juzga, valora y clasifica. Recaba información de la base de datos conformada minuciosamente durante esta vida (y quien sabe cuantas más) y responde, reaccionando según los parámetros aprendidos, como un robot.
Al menos he conseguido que poco me importen los porqués de sus actos, me conformo con acecharlo. Y cuanto más le vigilo, más veo sus/mis-erías aflorando cual Dama de noche en estío, sólo que estas flores le/me apestan (que arduo mirar todo aquello que intentas ocultarte/le).
Prácticamente había llegado a la conclusión de que trascender al individuo en cuestión era impracticable, cuando una idea ha comenzado a gestarse en algún lugar de mi. “Sólo hay que aceptar que tienes que MORIR... morir a esta realidad a la que tu mente tanto se aferra y abrazar el vacío”. La vacuidad no solo de los fenómenos, de la materia, del tiempo y del espacio, sobre todos y el más importante, el vacío de tu propia identidad.
La energía no muere se transforma pero… ¿Es posible que tu identidad si desaparezca? ¿Sería tan difícil de aceptar esto? Quiero tolerar que mi identidad se acaba con mi muerte física ya que es precisamente este cuerpo de carne y huesos quien me la impone. Una vez liberada de este filtro que limita mi realidad a la percepción de mis sentidos y destruida la prisión material ya no hay nada que impida el retorno a lo que realmente soy. Regreso a la totalidad. Se volatilizó, desapareció, se esfumó X… y todas sus posesiones, logros, vivencias-recuerdos y (ups, que horror) sus personas queridas.
Siempre estuve convencida que la iluminación era morir a cada instante. Desagraciadamente no es suficiente con la mera comprensión intelectual, siquiera con una intuición profunda, es imprescindible experimentarlo. Quizá algún día…
L.F.