...En el Tantra sexual se trabaja con la entrega en el acto más mundano, que es hacer el amor físico con otro ser humano. Exige no sólo la entrega con el cuerpo (el feudo del ego), también es necesario abrir el corazón y arriesgarse al sentimiento. Ahí comienzan a salir los demonios, tanto en el hombre como en la mujer. Los miedos, el abandono, la lucha, el control, la agresividad. Hay que entregarse, no vale solo con nuestros deseos e impulsos más o menos instintivos, automáticos, con nuestras proyecciones mentales. Hay que ir al corazón. De eso se trata. Por eso el Tantra es un trabajo completo. Trabajamos las energías, la mente, las emociones, el ego, y añadimos además la sexualidad del cuerpo: una dulce bomba.
Pero no hay que tener miedo de los demonios. No hay que huir. Benditos demonios. Son nuestras mentiras, nuestros infiernos creados, que dejamos salir y lo más suavemente posible, despedimos, para no verlos más. El premio: la verdad. La verdad del Espíritu que somos…
…Con las condiciones adecuadas es posible convocar la fusión de las almas y los cuerpos mediante el acto amoroso, sintiendo no sólo las sensaciones físicas y psíquicas propias sino también las desplegadas por la pareja en un intercambio recíproco de goce y energía.
Todo no manifestado, se manifiesta a sí mismo creando el universo a través de la danza de lo masculino y lo femenino, Shiva y Shakti.
La demarcación habitual entre tu y yo parece desvanecerse. Entonces comprendemos súbitamente que nuestra conciencia es completamente independiente de nuestro cuerpo. Las dos conciencias se entremezclan y terminan fundiéndose desafiando las fronteras físicas que normalmente consideramos inamovibles.
La fusión con el otro es uno de los vehículos más “fáciles” para trascender nuestra conciencia y sobrepasar las lindes de nuestro cuerpo, haciendo desaparecer las fronteras individuales…
…Bataille menciona que, en las religiones de sacrificio, los participantes se confundían uno con el otro en el curso de la consumación, y ambos se perdían en la continuidad establecida por ese acto de destrucción.
Jaime Sabines dice: “[...] Alguien me habló al oído despacio lentamente, me dijo: vive, vive, vive, era la muerte”.
Heidegger: a) ser un muerto viviente ó b) vivir la muerte para caer en la cuenta de que somos únicamente en las cosas que revelan nuestra existencia, son esos encuentros con nuestro deseo, lo que nos hacen sentir que estamos vivos…
…Para matar al ego hay que suicidarse, tirarse al vacío. Hay que confiar que, morirás para nacer de nuevo. Muerte y renacimiento. Destrucción y creación. Eros y Tánatos. Eros, una pulsión sexual tendente a la preservación de la vida, y Tánatos, la pulsión de muerte…
…De ahí, la fascinación y el miedo. La fascinación es el conocer la experiencia misteriosa a través de la que todo el mundo tiene que pasar, a través de la cual han pasado muchas veces, pero que se ha atravesado inconscientemente. Y el miedo es que quizás la muerte sea sólo el final y no haya otro comienzo…
…Te resistes, no quieres separarte; no estás dispuesto, no estás en un estado de «dejarte ir». En lugar de resistencia hay un tremendo querer, un deseo, una apasionada acogida. Lo quieres, lo deseas desde las profundidades más hondas de tu corazón…
…Sencillamente “desaparecer”. Ponerse en manos del Espíritu, dejar de interferir en el mundo y en las cosas con nuestros juicios, nuestras interpretaciones y nuestros planes y deseos, y sencillamente vivir esa frase de “Hágase tu Voluntad” (y no la mía). Es abrirse al corazón, que es unión, aceptación y dejar de oponer resistencia, dejar de buscar salvaciones alternativas…
Para la entrega a nivel físico se necesita un objeto a quien inmolarse y, ¿cual más adecuado que aquel que te completa en tu totalidad, aquel que representa toda tu sombra y que activa tus zonas más oscuras? Unidos te convertirá en puro “Ser”, sin límites.
Pero tal “partenaire” troca el suicidio en algo aún más complejo. ¿Cómo abandonarte en brazos de aquello que representa todo lo que no puedes aceptar? ¿Cómo acatar el “Hágase tu voluntad” frente a tal verdugo? El miedo se hace dueño del sometimiento, de la ofrenda, de la consagración. La lucha usurpa el puesto a la abnegación, balanceando tu ser entre el deseo y el rechazo, el sentimiento y la razón, entre el ego y el espíritu. Permaneciendo en el anhelo intuido de acceder a la existencia suprema del desaparecer.
Aquella serpiente del Paraíso que susurraba al oido de Eva que mordiera el fruto prohibido (vive, vive), es la misma Kundalini que asciende durante tu agonía hacia el despertar hasta que finalmente, eres capaz de fenecer.
Uno de los símbolos más característicos de los Yidams tántricos es el cuchillo curvo con el que se degolla el ego y…
“Me soñé que era un cerdo totalmente entregado, rendido, esclavo de su inapelable muerte a voluntad de su tenebroso degollador”.
Mi Principe de las tinieblas, ¿ahora que he descubierto tu identidad vas a desvanecerte en mi realidad?
L.F.
viernes, 29 de agosto de 2008
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